Hay mucho ya escrito sobre cómo los Data Brokers (empresas de comercio de datos) se lucran con los datos que cada uno de nosotros vamos dejando por internet. Empresas que recopilan, procesan y venden información personal a terceros. Nos compramos unos zapatos en una tienda online y la información que hemos trasladado queda guardada en la gran base de datos de esta empresa. ¿Y eso se queda ahí? No podemos culpar al consumidor por no estar lo suficientemente atento cuando adquiere un producto o servicio, pues no es lógico leer unas 6 páginas cada vez que vayamos a hacer una transacción online.
¿Hace algo el gobierno por nosotros? España tiene una de las normativas más proteccionistas del mundo (https://www.agpd.es/portalwebAGPD/index-ides-idphp.php): la Ley General de Telecomunicaciones y la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información. En Estados Unidos, por ejemplo, es otra historia: en 2013, Pam Dixon (Foro Mundial de la Privacidad) denunció ante el Senado de los EEUU la posible venta de una lista de víctimas de violación a 7,9 centavos por nombre; más recientemente, Exact Data ha vendido los datos de 1,8 millones de musulmanes por 7,5 centavos/nombre. Y sí, es legal.
Afortunadamente, en mayo de 2018, justamente dentro de un año, en Europa empezará a aplicarse un nuevo reglamento europeo de protección de datos más estricto que el actual. Mejorará el control que los ciudadanos tenemos sobre los datos que cedemos a terceros y, sobre todo, obligará a las empresas que operen en Europa a trabajar en base a esta Ley.
Los datos y el Big Data
¿Pero por qué tanto interés por esos datos? Pues porque hoy por hoy la información es dinero. Un reciente estudio de Amnistía Internacional revela que el comercio con datos privados es un negocio que está hoy en boga.
El avance experimentado por el Big Data en los últimos años, el uso de las redes sociales, las ventas online… Todo esto ha facilitado que los Data Brokers se hayan hecho más fuertes y lo sepan todo de nosotros. Los datos abstractos por sí solos no significan nada, pero cruzándolos y sabiéndolos “mezclar”, tenemos información y cobran valor. Y esto llega a más con el Business Intelligence.
Pero el uso ilícito que hacen algunos de estos datos no tiene por qué demonizar a una herramienta tan potente como el Big Data y el Business Intelligence. La gran cantidad de datos que manejan las empresas actualmente, crea la necesidad de trabajar en Big Data. De hecho, las empresas cada vez demandan más profesionales formados en esta disciplina. Y lo cierto es que trabajar con estas herramientas no es ilegal ni negativo, es más, es necesario para la compañía. Lo controvertido es el uso que hacen determinadas empresas (entre ellas, los Data Brokers) con la venta de datos personales. En ocasiones, incluso, estos datos son cedidos sin que los propietarios se den cuenta. Esto despierta un gran debate sobre la privacidad de los datos personales y hasta qué punto la cesión de estos datos para un determinado uso hace propietarias a estas empresas de su venta.
Es más, a la falta de transparencia de muchas empresas se ha unido que los ciudadanos nos hayamos acostumbrado a dar nuestros datos personales sin preguntarnos a dónde van. La mayoría de nosotros no somos conscientes del peligro que conlleva.
Es por ello que se debe exigir más transparencia a las empresas a la hora de solicitar datos personales a los usuarios. El nuevo reglamento europeo de protección de datos de 2018 nos hará dormir más tranquilos.
Y, mientras tanto, las empresas seguiremos aprovechándonos de las ventajas que el uso del Big Data y el Business Intelligence reportan a nuestra relación con los usuarios. No entrometiéndonos en su privacidad, sino ofertándoles los servicios y productos que realmente buscan y de la manera en que lo necesitan.